Tragedia evitable
“Seguimos circulando demasiado rápido, demasiado cerca del resto de los vehículos, de manera demasiado despreocupada, especialmente, frente a los más indefensos, ciclistas y peatones.”
Una tarde, no lejana en el calendario, al regresar a casa, mis hijos se apresuraron a decirme: “ha pasado algo terrible, papá. Han matado a un niño del cole. Le han atropellado, esta tarde, en el paso de cebra de la puerta del colegio, cuando cruzaba con su bicicleta junto a su hermano y su madre”.
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/12/madrid/1363092143.html
El colegio de mis hijos está situado en zona residencial, en una avenida de doble carril con boulevard. Hay pasos de cebra, con “guardia tumbado”, señalizados y con prohibición de velocidad máxima a 20 km/h. Es responsabilidad de todos contribuir a mejorar la conciencia sobre la importancia de extremar las precauciones, siempre que conducimos un ingenio de más de una tonelada de peso para desplazar nuestros cuerpos de sólo decenas de kilos.
Más allá del sinsentido de la ineficiencia energética a la que estamos acostumbrados para nuestros desplazamientos personales y que aceptamos como “normal”, más allá de la irracionalidad de utilizar una fuente de energía que sabemos finita, además de contaminante, hemos de realizar un sobreesfuerzo para mejorar nuestro comportamiento al volante.
Seguimos circulando demasiado rápido, demasiado cerca del resto de los vehículos, de manera demasiado despreocupada, especialmente, frente a los más indefensos, ciclistas y peatones.
Nunca debemos intentar ganar tiempo en nuestros desplazamientos en coche. Nunca.
Pero lo hacemos demasiado a menudo. Respetémonos y respetemos a los demás, también al volante. Sois gente de bien, con sensibilidad, gente inteligente. Tenéis que ayudar a cambiar las cosas. Podemos hacerlo.
Como muchos sabéis, hace más de dos años que me desplazo con un coche 100% eléctrico por la Comunidad de Madrid, vivencias de las que, con mucho gusto, os hablaré en lo sucesivo.
Resulta muy habitual que las personas que desconocen el medio, me comenten que el coche eléctrico tiene el problema de ser muy peligroso para los peatones, porque no hace ruido. Siempre contesto con mi convicción por bandera y con la exposición de mi experiencia: «Es la obligación del conductor estar pendiente de los viandantes.»
Estamos obligados a reducir la velocidad hasta parar en los pasos de cebra y en los cruces, en las zonas residenciales y, estar, aún más atentos, a la hora de hacer maniobras de aparcamiento.
Llevar un aparato ruidoso sobre ruedas no debe suponer una excusa para ser menos respetuoso y cuidadoso.
Sin entrar en el detalle de las posibles discapacidades y mermas auditivas que pueda sufrir el viandante, sean estas involuntarias o, tan comúnmente, voluntarias, a base de auriculares con música. Hasta el día de hoy, nunca he tenido ningún contratiempo en este sentido, más allá de sufrir el acoso cotidiano por mantener una velocidad dentro de los límites establecidos.
Los límites de velocidad, muy especialmente aquellos situados en las zonas urbanas y residenciales, no están establecidos por capricho. Son zonas en las que LAS PERSONAS, se desplazan caminando o en bicicleta y tienen, lógica y razonable, prioridad.
Además, también viven PERSONAS, a las que, parece también razonable, respetar su vida y su entorno, por añadidura, no contaminándolo ni con ruidos, ni con basura. Parece bastante razonable anteponer la seguridad y la vida de las personas a cualquier otro aspecto.
En este caso muy lamentablemente, -qué tragedia-, ha sucedido lo evitable. Podía haber sido cualquiera de nuestros hijos.
Podíamos haber estado cualquiera de nosotros al volante, apresurados por algún motivo, perdiendo la consciencia de lo peligroso que es desplazar el gran peso de un coche, incluso a baja velocidad. Según datos de la DGT más del 40% de las muertes en accidentes de tráfico son por atropello. El año pasado 596.
Según también la DGT, la totalidad de las muertes por atropello en zonas urbanas se hubieran evitado contemplando la precaución recomendada por las señales de tráfico.
Aprovechemos este trágico suceso para tomar todas las precauciones posibles.
Mejoremos también la visibilidad de nuestros hijos al circular en bicicleta por zonas residenciales y urbanas, con el uso de chalecos reflectantes y siempre equipados con casco. En caso de accidente, puede salvarles la vida.
Nos unimos en el sentimiento a la familia que ha perdido a este muchacho.