Más allá del gusto de la competición, por la competición, y de la discusión acerca de la utilidad que pueda tener y lo racional que pueda resultar que unos muchachos, subidos en artilugios que circulan a altas velocidades por recorridos insólitos, se jueguen la vida por ver quien llega antes al mismo lugar del que habían partido minutos antes, estamos de enhorabuena.
Estáis habituados a oírme decir que ya es posible la movilidad personal sostenible. Pues bien, a partir de ahora, podéis además experimentarlo y disfrutar de ello, como nunca antes había estado a nuestro alcance.